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J osé Ángel es agricultor, padre y abuelo de 12 nietos. También es líder comunitario. Durante muchos años, José ha cultivado maíz y frijoles en una parcela del norte de Jinotega (Nicaragua), donde él y sus vecinos vivían en la extrema pobreza. La vida le cambió cuando empezó a trabajar con una organización local dedicada al desarrollo comunitario hace cinco años.

"Vivimos una vida diferente a la de entonces", explica José, "porque nos enseñaron muchas cosas que nunca supimos hacer".

Líderes del programa de la organización vinieron al pueblo de José, Las Piedras, para acompañar a la comunidad a través de un proceso de desarrollo comunitario cristiano. Gracias a esta formación, la familia de José ya no lucha por tener suficiente para comer como antes. En cambio, sus nietos vienen a su casa a comer las docenas de frutas y verduras nuevas que está cultivando.

Un agricultor nicaragüense muestra con orgullo su cosecha de guayaba.

José comprueba sus nuevos cultivos, que están aportando nutrición y seguridad alimentaria a su familia y su comunidad.

"¡Y lo están aprovechando!", dice. "Les encantan estos nuevos alimentos. Veo que están más sanos. Son más fuertes y tienen más energía".

De todas las nuevas frutas que José aprendió a cultivar, una es la que más llama la atención: la guayaba. La guayaba es una fruta tropical que se vende bien en Nicaragua. El año pasado, José plantó 2.000 plantas de guayaba en su propiedad. Con su cosecha, José planea ayudar a sus nietos con material escolar, comprar medicamentos para su mujer y hacer las reparaciones necesarias en su casa.

José tiene grandes sueños para su nueva granja.

"Espero comprar también algunas vacas lecheras con mi cosecha, para poder vender leche y desarrollar los ingresos de mi familia. Antes tenía una vaca, pero a veces pasan cosas cuando eres pobre. Tuve que venderla cuando mi mujer enfermó y necesitó medicinas".

Un agricultor sostiene cinco guayabas, una fruta que está transformando su familia y su comunidad.

La cosecha de guayaba de José no sólo ayuda a alimentar a la familia, sino que los beneficios también servirán para comprar material escolar para sus nietos y medicamentos para su mujer, además de financiar las reparaciones de la casa que tanto necesitan.

Primera de Tesalonicenses 5:14 dice: "Amonestad a los ociosos, animad a los pusilánimes, ayudad a los débiles y tened paciencia con todos." José no era ocioso ni débil. No necesitaba que le amonestaran ni que le ayudaran con una limosna. Sin embargo, un poco de ánimo a través de la formación dio a José la chispa para ayudar a su familia y a su comunidad a vencer la pobreza.

Ahora, José está formando a otros en todas las habilidades que ha aprendido, y está discipulando a los agricultores. ¿Cuál es su próximo gran sueño? Llevar la electricidad a su pueblo.

 

Este artículo también se publicó en RCA hoy en díaLa revista de la Iglesia Reformada en América.

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Olivia Iekel

Olivia Iekel es misionera de la Iglesia Reformada en América. Obtenga más información o apoye su ministerio en www.rca.org/iekel.