Ir al contenido principal

W uando eras joven, ¿compartiste alguna vez los altibajos del día con tus amigos o tu familia? Si lo hiciste, entonces estabas practicando una adaptación muy abreviada del Examen Diario. Cuando compartimos nuestros altibajos, nos conectamos con nuestras experiencias diarias, nombrando lo mejor y lo peor. Muchos de nosotros dejamos el ejercicio ahí, pero el Examen Diario lo lleva más allá, conectando las experiencias de nuestro día con la presencia de Dios y llamándonos a una acción intencional de acuerdo con la voluntad de Dios.

El Examen Diario fue creado por San Ignacio de LoyolaEl fundador de los jesuitas. San Ignacio consideraba el Examen Diario tan importante que todos los jesuitas están obligados a practicarlo dos veces al día. A diferencia del intercambio básico de altibajos, los jesuitas -y muchos cristianos de hoy- utilizan el Examen Diario para reflexionar sobre sus acciones y considerar cómo les llama Dios a vivir. Es tanto una oración como una práctica espiritual.

Si estás interesado en la meditación diaria en oración que tiene una conexión específica con tus acciones, el Examen Diario podría ser para ti.

Hay cinco pasos básicos para practicar el Examen Diario: 

1. Tomar conciencia de la presencia de Dios: Invita al Espíritu Santo a reflexionar sobre los acontecimientos y sentimientos de tu día. Los numerosos acontecimientos pueden parecer revueltos, confusos o abrumadores. Pide a Dios que te aporte claridad y comprensión. 

2. Repasa el día con gratitud: Considera las muchas cosas que han sucedido en tu día con agradecimiento. Deja que la gratitud fundamente tu reflexión, centrándose en las alegrías y las bendiciones.

3. Atiende a tus emociones: San Ignacio creía que nuestras emociones podían ayudarnos a identificar la presencia de Dios. Reflexiona sobre todo lo que has sentido durante el día. ¿Estabas emocionado? ¿Aburrido? ¿Frustrado? ¿Ansioso? ¿Confiado? ¿Alegre? ¿Qué te está mostrando Dios a través de esas emociones? Puede que te des cuenta de algunas formas en las que has fallado o has pecado durante el día. Confiésate y arrepiéntete, pero busca también las implicaciones más profundas. Si estabas enfadado, ¿qué había detrás de ese sentimiento? Si estabas preocupado por algo, ¿dónde te está llamando Dios a actuar?

4. Concéntrese en una parte del día y rece: Pide al Espíritu Santo que te llame la atención sobre un aspecto concreto de tu día. Tal vez sea un sentimiento o un acontecimiento o interacción específicos. Puede ser una parte positiva o negativa de tu día. Reflexiona sobre ese sentimiento o acontecimiento. Reza sobre ello, dejando que la oración surja espontáneamente. Puede ser un momento de intercesión, acción de gracias, arrepentimiento o gratitud. 

5. Pide la dirección de Dios: Pide a Dios que te dé gracia y te dirija a la acción correcta para mañana. Presta atención a tus sentimientos al mirar hacia el día siguiente. Ora a partir de esto, pidiendo la guía de Dios mientras avanzas.

La práctica del Examen Diario nos permite crecer en nuestra comprensión de nosotros mismos al reflexionar sobre nuestras acciones y nuestras emociones. También nos permite comprometernos con Dios mientras damos gracias, confesamos nuestros pecados, rezamos por los demás y pedimos la guía de Dios. El Examen Diario es realmente una comunicación de dos vías, ya que ambos compartimos nuestras historias y recibimos la sabiduría de Dios.

Stephanie Soderstrom

Stephanie Soderstrom es la coordinadora de misiones a corto plazo de la Iglesia Reformada en América. Puede ponerse en contacto con ella por correo electrónico en ssoderstrom@rca.org.