El mundo está lleno de gente que me echa un vistazo, escucha mi acento y asume que sabe quién soy o me marca como "inmigrante ilegal", como si eso fuera todo lo que soy. Por suerte, tengo la fuerza de saber quién soy. Soy una mujer fuerte que ha superado muchas cosas en mi vida. Soy una superviviente que ha soportado grandes pérdidas y penas. Soy una estudiante inteligente que domina un segundo idioma y estoy agradecida por todas las oportunidades y la seguridad que me han dado este país y mi nueva familia.
Crecer en Nicaragua era muy peligroso. Mi familia tuvo dificultades. La vida era difícil y ocurrían muchas cosas terribles. Cuando me sentí lo suficientemente mayor, me arriesgué y huí porque no tenía nada que perder. Decidí venir a Estados Unidos por mi cuenta buscando esperanza y nuevas oportunidades para empezar una nueva vida, lejos del peligro. Todavía estoy procesando mis experiencias y sanando, por lo que es difícil compartir los detalles. Después de dos años de vivir en un programa del gobierno, afortunadamente me dieron asilo. Una familia de la Iglesia Reformada de Estados Unidos me acogió en su casa y en su corazón. Hoy tengo nuevas metas y desafíos.
Cuando empecé a estudiar en Estados Unidos, todo era nuevo y muy diferente. Las clases eran más avanzadas y yo no sabía mucho inglés. Me costó mucho; todo era difícil para mí. Básicamente no entendía nada. Me sentaba en la clase y no me importaba. Estaba enfadada, frustrada y con la mente en blanco. Durante un largo periodo de tiempo, me sentía mal y no me sentía bien conmigo misma. Estaba luchando contra una crisis mental. Estaba insensible a las emociones y mi mente repetía constantemente todas las cosas malas y negativas que me habían sucedido. Había momentos en los que lo único que pensaba era que prefería morir a seguir desmoronándome. Seguir estudiando estaba lejos de mi mente, pero con la ayuda de mi nueva familia y amigos, con el tiempo empecé a sentirme mejor. Tenía más confianza en mí misma. Quería probar cosas nuevas y no rendirme. El año pasado, mi tercer año, fue interesante y diferente. COVID-19 presentó nuevos retos. Fue difícil porque no tenía a nadie que me ayudara y estábamos todos aislados, pero también tuvo cosas positivas. Me volví más independiente, aprendí a abogar por mí misma y a tener confianza para hacer preguntas en clase. Asistí a todas mis clases, estudié y pedí ayuda adicional. Fue muy duro llegar a donde estoy hoy y, por eso, no quiero dejar de disfrutar de lo que soy ahora. Estoy muy agradecida por mi nueva familia, por el amor y el apoyo que me dan, por haberme abierto las puertas y por creer siempre en mí. Soy
en un lugar donde todo se siente bien, mi corazón está tranquilo, mis pensamientos son positivos, mi visión es clara, y tengo que ser fuerte para mí.
Este es mi último año y estoy emocionada porque será un buen año. Quiero hacerlo todo bien y trataré de mejorar mis calificaciones. Disfrutaré de este último año con la familia y los amigos mientras me preparo para los retos que me esperan.
Estoy preparada y con ganas de seguir estudiando y sólo quiero seguir adelante y no mirar atrás.