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Todavía parece que fue ayer, pero ya han pasado 10 años desde que mi familia llegó a este país (Estados Unidos) como refugiados. Cuando mi madre, mis dos hermanos y yo llegamos a Estados Unidos no conocíamos a nadie. Fue una adaptación difícil durante los primeros años. Nos costó adaptarnos a cosas como el clima o el choque cultural, que es una experiencia común entre los inmigrantes. Tuvimos suerte porque conocimos a gente a nuestro alrededor que nos bendijo con su tiempo y recursos para guiarnos poco a poco por las cuerdas para adaptarnos a esta nueva vida. Esto es fundamental para que los inmigrantes se integren con éxito en la sociedad en general. Una de las maneras en que la gente nos ayudó a facilitar nuestra transición fue conectándonos con recursos para navegar por varios aspectos de la vida en los Estados Unidos: búsqueda de empleo, inscripción en la escuela, educación cultural, compromiso cívico, etc. Tuvimos la suerte de venir en el momento en que lo hicimos porque mis hermanos y yo éramos todavía lo suficientemente jóvenes como para asistir a la educación K-12. Asistir a la escuela aquí en los Estados Unidos fue un regalo que no hemos dado ni daremos nunca por sentado. Me gradué en la Universidad de Calvin y ahora estoy trabajando. Mi hermana está en su tercer año en la Academia Naval de Estados Unidos y mi hermano pequeño está en su segundo año en Harvard.

Ser desplazado de tu país de origen por cualquier motivo involuntario es duro para la gente. Para nosotros, después de estar tantos años fuera de nuestro país, Ruanda, echamos de menos muchas cosas que nos gustan y a la gente que conocíamos allí. Son experiencias que no podemos repetir, aunque estamos creando otras nuevas. Esto es especialmente cierto para nuestra madre, porque estuvo en Ruanda la mayor parte de su vida. Nos cuenta historias de lo que fue para ella crecer en Ruanda. Está más que agradecida por lo que tenemos y por dónde estamos ahora, pero a veces añora su hogar y las relaciones que tenía. También ha encontrado una creciente comunidad de compañeros inmigrantes de Ruanda, entre otros países, con los que comparte la experiencia del desplazamiento. Se ayudan mutuamente a navegar y entender su nuevo hogar.

Si está interesado en rezar por las personas que emigran y buscan refugio en una nueva tierra, consulte este oración. Considere la posibilidad de iniciar un ministerio de oración en su congregación o comunidad por los inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo.

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Creemos que existe un claro mandato bíblico de atender a las personas que se desplazan, incluidas las que se han visto involuntariamente o forzadas a abandonar sus hogares y buscan refugio. ¿Te unes a nosotros?