Muang Zaw Naing, de once años, es un estudiante de una escuela apoyada por Partners Relief & Development en Sittwe, Estado de Rakhine, Myanmar. Cuando estalló la violencia en 2012, los habitantes de la aldea de Ywar Thar Yar, incluida la familia de Muang Zaw Naing, se vieron obligados a huir, dejándolo todo atrás. Muchos aldeanos tenían pequeños negocios y tiendas en la zona urbana y enviaban a sus hijos a la escuela de la comunidad.
Ahora, tanto la educación como el sustento son difíciles de encontrar en Sittwe, especialmente para los rohingya. Los padres ganan poco con el trabajo asalariado diario en una zona inundada de hombres sanos y desesperados. Al padre de Muang Zaw Naing le preocupaba que sus cinco hijos se convirtieran en analfabetos y no tuvieran nunca la oportunidad de salir de la miseria.
Cuando se produce una crisis humanitaria como ésta, las consecuencias se intensifican y convergen múltiples catástrofes. Los ahorros o las propiedades que una familia ha acumulado desaparecen de la noche a la mañana y el coste económico puede durar generaciones. Si niños como Muang Zaw Naing no reciben educación, se encuentran en una situación precaria para volver a empezar y pueden ser objetivos fáciles de explotación. Las escuelas son una de las mejores maneras de invertir la marea de la desesperanza y la pobreza en las crisis.
Muang Zaw Naing lleva dos años matriculado en la escuela que apoya Partners en Sittwe. Es un alumno aplicado y le gusta estudiar. Se le proporciona un uniforme, materiales y un aula. Aquí no sólo aprende a leer, escribir y hacer cuentas, sino también a ser resistente y a respetarse a sí mismo. Con la educación que recibe Muang Zaw Naing espera seguir adelante en la escuela secundaria y en el instituto y llegar a ser profesor en su propio país.