Los conspiradores llegaron y encontraron a Daniel orando y buscando misericordia ante su Dios. Entonces se acercaron al rey y le dijeron respecto al interdicto: "¡Oh rey! ¿No has firmado un interdicto, según el cual cualquiera que rece a alguien, divino o humano, en un plazo de treinta días, excepto a ti, oh rey, será arrojado al foso de los leones?" ...
Entonces el rey dio la orden, y Daniel fue llevado y arrojado al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: "¡Que tu Dios, al que sirves fielmente, te libre!". ...
Entonces, al amanecer, el rey se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones. Cuando se acercó al foso donde estaba Daniel, gritó con ansiedad a Daniel: "Oh Daniel, siervo del Dios vivo, ¿ha podido tu Dios, al que sirves fielmente, librarte de los leones?" Entonces Daniel dijo al rey: "¡Oh rey, vive para siempre! Mi Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño, porque fui hallado irreprochable ante él; y también ante ti, oh rey, no he hecho ningún mal."