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Esta devoción forma parte del Devoción de Adviento del Árbol de Jesse serie. 

Lectura de la Escritura: Génesis 3:1-24

Todo ha empezado a desenredarse.

El canto de los pájaros se ha vuelto inquietantemente plano; las hojas de los árboles tiemblan. Un ciervo, que ramoneaba en la pradera, se adentra de repente en el bosque. La muerte está en el aire.

El pecado ha echado raíces en el buen mundo de Dios como una mala hierba. Obstinado y omnipresente, parece imposible librar al jardín de él. Ahora, literalmente, la tierra producirá espinas y cardos, convirtiendo el sustento diario en un duro trabajo.

Debido a que Adán y Eva comieron el fruto del árbol del que Dios les ordenó no comer, son desterrados del jardín. Desterrados. Comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal, y ahora están apartados del árbol de la vida.

Pero puede que sepas cómo termina la historia. Hay un árbol al principio de la historia y otro al final. Al final, el árbol está justo en el centro de la ciudad, alimentándose del río que fluye desde el trono de Dios. Las hojas del árbol tienen poderes restauradores: son "para la curación de las naciones" (Apocalipsis 22:2). Las personas que viven en la ciudad tienen una parte de ese árbol.

Entonces, ¿cómo pasamos del árbol del principio al árbol del final? Por medio de otro árbol: la cruz de la que cuelga Jesús. Dios Hijo se instala en el mundo, no como una mala hierba, sino como un cuidadoso jardinero que cuida de sus criaturas y se sacrifica por nosotros. Gracias a su nacimiento, muerte y resurrección, se nos invita a volver al árbol. Podemos comer de su fruto, descansar a su sombra y deleitarnos con su belleza. Gracias a Dios.

Oración

Señor de la vida, a veces tu sacrificio me desconcierta. He pecado. Junto con Adán y Eva, soy el que come la fruta que no debería, pero no soy el que es castigado. Jesús, tú asumiste las consecuencias del pecado por todo el mundo, siendo voluntariamente desterrado de la presencia de Dios Padre para que pudiéramos reunirnos con él. Gracias por invitarnos a volver al árbol. Amén.

Grace Ruiter cofundó Faithward y supervisó su crecimiento desde un pequeño blog hasta un ministerio que llega a más de 100.000-200.000 personas cada mes. Lleva haciendo demasiadas preguntas desde que empezó a hablar, y ahora no piensa parar. Aunque su curiosidad ha desafiado su fe a veces, también es la forma en que su relación con Dios ha crecido hasta donde está hoy. Puedes ponerte en contacto con Grace en graceruiterwrites@gmail.com.