Esta devoción reflexiona sobre Punto principal III/IV de los Cánones de Dort.
Mucho antes de los Cánones de Dort, el padre de la iglesia Agustín tuvo una idea que se mantiene en el centro de la tradición cristiana occidental: la salvación es obra de Dios, no nuestra.
La naturaleza humana, concretamente la seestá profundamente corrompido. No hay manera de que tú o yo, por nuestra propia voluntad, podamos restaurarnos, ni siquiera ayuda para restaurarnos a nosotros mismos. La restauración es un acto exclusivo de Dios, realizado sólo por su gracia. Nosotros simplemente confiamos en que Dios la realiza.
Esta verdad de la salvación por la sola gracia de Dios tiene un poder tremendo. Hay historias, como la de Martín Lutero, en las que esa verdad se estrella en el corazón como un rayo, transmitiendo una abrumadora sensación de libertad.
Para mí, no ha habido ningún rayo. Pero la verdad de que mi salvación es obra de Dios, que he recibido de oídas, ha sido un bajo continuo de la música de mi conciencia durante la mayor parte de mi vida. Es una verdad que vivo de y tratar de vivir por. Me desafía a considerar mi vida -todo lo que pienso y hago- no como algo a lo que tengo derecho, sino como un regalo que debo vivir con gratitud, reflejando el amor con el que Dios me ha amado.
Los cánones también plantean una cuestión que esta doctrina de la gracia siempre ha planteado: ¿Dónde estoy I¿en todo esto? Si es Dios quien actúa en mi voluntad, ¿soy sólo una marioneta, con Dios moviendo los hilos?
La respuesta: Dios, al regenerarnos, no "suprime" ni "fuerza" la voluntad, sino que "la reanima espiritualmente, la sana, la reforma y... la doblega" (Punto Principal III/IV, Artículo 16). Sin embargo, el texto ha afirmado con tanta fuerza la corrupción de la voluntad, que al llamar a esta regeneración algo que "no podemos entender completamente" (Punto Principal III/IV, Artículo 13), parece reconocer una paradoja, o al menos una tensión aquí. Sin embargo, tal vez ese mismo reconocimiento sea una afirmación más de la doctrina de la gracia: incluso la forma en que nuestras voluntades pueden ser verdaderamente cambiadas es obra de Dios, y no debe atribuirse a nosotros mismos o a nuestro entendimiento.
A los 400 años, los Cánones de Dort pueden parecer historia antigua. Afortunadamente, no lo son.
Escrito en medio de un conflicto que amenazaba con desgarrar a los Países Bajos, insistió en que la salvación era pura gracia. Es una verdad que todavía necesitamos escuchar.
Para celebrar su cumpleaños, ofrecemos riffs devocionales sobre cada uno de los puntos principales de los cánones:
John Coakley
John Coakley es profesor emérito de Historia de la Iglesia en el Seminario Teológico de New Brunswick, donde enseñó durante 32 años antes de jubilarse en 2016. Él y su esposa Margaret, que es anciana en la Primera Iglesia Reformada de New Brunswick, viven en Highland Park, Nueva Jersey.