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Oh Dios de la primavera y de la cosecha, te damos gracias por ser el Señor de todas las estaciones de nuestra vida. Desde el nacimiento hasta la muerte, nos sostienes en tus manos y nos alimentas con la abundancia de la tierra y el amor de tu Espíritu. Especialmente en este día, te damos gracias por los que trabajan en la tierra que has creado: los agricultores y los jardineros, que labran la tierra, plantan la semilla, cuidan los cultivos y cosechan para que otros puedan comer. Te damos gracias por los que, con duro trabajo y largas horas, llenan nuestras mesas con los dones de tu bondadosa mano. Recuérdanos a menudo que todo don bueno y perfecto viene de ti y que los que viven cerca de la tierra que amamos trabajan contigo como cocreadores de las cosechas que nos alimentan.

Recordamos también en este día a quienes trabajan en las fábricas e industrias que producen tanto que necesitamos para vivir y prosperar. Hora tras hora, día tras día, sus vidas se empeñan en transformar los dones de la tierra en los bienes que satisfacen todas nuestras necesidades. Estamos agradecidos por su duro trabajo, sus mentes creativas, sus espíritus incansables y su profundo compromiso de servir a los demás como ustedes lo han hecho.

Con los ojos y el corazón puestos en quienes cultivan y trabajan en las industrias, no podemos dejar de recordar a quienes viven a la sombra de la pobreza mientras producen alimentos y bienes para otros. En tierras ricas en recursos naturales, la gente se pregunta con demasiada frecuencia por su próxima comida y se preocupa de que sus hijos tengan poco más que ellos. Recordamos a los que han perdido la tierra que amaban y ahora vagan por las ciudades, donde a menudo son vistos como extraños y no como vecinos necesitados. Consciente de que toda la tierra es tuya y todos los que viven en ella, oh Dios, abraza con corazón y manos tiernas a los que sufren para que otros puedan alimentarse y vivir.

En este día en el que recordamos con acción de gracias las cosechas y la industria que alimentan nuestras vidas y nuestros sueños, recordamos también a los que trabajan contigo para que otros puedan saciarse. Desde el primer jardín llamado Edén, hasta el jardín de la era venidera en el que todos serán curados y sanados, vivimos como receptores agradecidos de tus buenos dones. Recibe nuestro agradecimiento y nuestras vidas y utilízanos como instrumentos de tu paz. Ayúdanos a plantar semillas de esperanza, a cultivar frutos del espíritu, a ser cosechadores de justicia y cultivadores de gracia, por Jesucristo nuestro Señor, por quien fluyen todas las bendiciones.

Amén.