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Arte del capítulo de Abigail con las palabras "resistencia", "generosidad" y "humildad" e iconos de pan y jarras
Ella es Llamada—Mujeres de la Biblia—Serie de Estudio Volumen 2

Abigaíl

El lado oculto de la injusticia

por la Revda. Dra. Denise Kingdom Grier

En la Biblia, en 1 Samuel 25, encontramos la historia de Abigaíl. Cuando Nabal, el esposo de Abigaíl, respondió con insultos a la petición de hospitalidad que David le envió, Abigaíl tomó medidas para salvar a su familia. Las acciones valerosas de Abigaíl nos enseñan el poder de la resistencia, la generosidad y la humildad para cambiar al mundo.

Oración

Amado Dios —Padre, Hijo y Espíritu Santo—, nos sentamos a tus pies para beber de la fuente eterna de sabiduría y de vida. Derrama tu plenitud para que podamos deleitarnos en ti aún más. Amén. 

Escritura clave

«David le dijo entonces a Abigaíl:»—¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro! ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos! El Señor, Dios de Israel, me ha impedido hacerte mal; pero te digo que, si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, para mañana no le habría quedado vivo a Nabal ni uno solo de sus hombres. ¡Tan cierto como que el Señor vive!»Dicho esto, David aceptó lo que ella le había traído.»—Vuelve tranquila a tu casa —añadió—. Como puedes ver, te he hecho caso: te concedo lo que me has pedido» (1 Samuel 25:32-35).

Introducción a Abigaíl de la Biblia

En uno de los primeros días soleados de la primavera en Michigan, llevé mi silla a la acera para sentarme y recibir la muy necesaria vitamina D que no estaría accesible desde mi balcón. Allí estaba yo sentado, inmovilizado por la pandemia del COVID-19, por los homicidios de Ahmaud Arbery y George Floyd, y por el dolor causado por los sistemas de injusticia que habían atrapado a mi hijo mayor. Mientras estaba sentado, medité en 1 Samuel 25 y en el mayor tesoro del rico Nabal —su esposa Abigaíl, la cual era sabia y hermosa—. 

En la Biblia, Abigaíl representa el lado oculto de la injusticia, la inequidad y el trato injusto. A pesar de los obstáculos que enfrentaba, Abigaíl siembra las semillas de la generosidad, la humildad y la resistencia fiel. Esas semillas contienen lo necesario para librar no solo a su familia, sino también al reino entero, e incluso al futuro rey de Israel, del juicio de Dios.  

Abigaíl salva a su esposo, a su hijo, a su hermano y a sus sobrinos. También salva a David, quien ni siquiera sabía que necesitaba ser salvado. Todo esto hizo ella sin desacreditar a su esposo ni hablar despectivamente de él. Poco después, tras la muerte prematura de Nabal, ella se convierte en una de las esposas de David, el segundo rey de Israel.

Ahondando en el tema: 1 Samuel 25

Nabal y David

David acababa de ser ungido por el profeta Samuel para que fuese rey, pero aún no había ascendido al trono. Como David era pastor de oficio, estaba en el desierto cerca de la hacienda de Nabal y Abigaíl. Habiéndose enterado de que Nabal estaba esquilando las ovejas, inquirió sobre la posibilidad de que él y sus hombres se unieran a Nabal para las festividades. Los hombres de David habían protegido a los pastores de Nabal cuando los dos grupos estaban juntos previamente en el desierto; y David esperaba que su bondad fuera correspondida con la hospitalidad de Nabal. La hospitalidad era el valor sociocultural más importante en aquella época; y la petición de David no conllevaba mucho sacrificio para el rico Nabal.

Pero Nabal recibió la petición con sospecha y amargura. «¿Por qué he de compartir mi pan y mi agua, y la carne que he reservado para mis esquiladores, con gente que ni siquiera sé de dónde viene?», preguntó Nabal a los siervos de David (1 Samuel 25:11).

Los hombres jóvenes regresaron hacia donde David estaba. Le hicieron saber la contestación de Nabal, la cual hizo que David se enfureciera. Ahora David estaba decidido a raer del reino a toda la familia de Nabal. «¡Cíñanse todos la espada!» (1 Samuel 25:13). 

Estando sentado frente a un árbol en mi patio, me pregunté cuán profundas eran sus raíces. Mientras hacía esto, expresé silenciosamente vítores por David, diciendo: «¡Sí, David! Elimina por completo la casa de Nabal y su amargura». A veces hay que desarraigar las cosas.

Entra en escena Abigaíl. 

Abigaíl y David

Abigaíl se apresuró a reunir el pan de la humildad, la copa de la generosidad y el tazón de la resistencia para salir a encontrarse con David y su ejército. Tomó vino, pan, uvas pasas y tortas de higos, y los cargó sobre sus asnos porque estaba determinada a salvar a sus hijos, a sus hermanos y a su esposo. Ella quería impedir que su linaje fuese raído. Después de todo, estos varones no eran solamente los hermanos y los hijos de Nabal, sino que también eran los de ella. 

Tal vez no se debía raer a todo el árbol. Me arrepentí de haber pensado que sí se debía. 

Cuando ella vio a David, se bajó del asno y se postró rostro en tierra, una respuesta completamente opuesta a la de su esposo ante el futuro rey. Su resistencia al juicio de David era comparable a su resistencia al temperamento de su esposo. Su resistencia estaba sazonada con humildad, y fue servida en el plato de la generosidad. Abigaíl le reveló a David algunos aspectos de su familia, los cuales no habían sido revelados por Nabal. Su familia no era solamente un lugar de arrogancia, sino también de humildad y franqueza. Ella reconoció la transgresión de su esposo. Ella dio a conocer una generosidad que sobrepasó la tacañería de Nabal. Ella le ofreció regalos a David, y le suplicó que la perdonara mientras que, simultáneamente, ella lo estaba librando a él de la ira de Dios que se hubiera manifestado si David aniquilaba a toda una población por causa de la naturaleza mordaz de una sola persona.

Abigail salva.

«¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro!» (1 Samuel 25:32). De inmediato, David y yo tenemos una revelación simultáneamente, aunque en siglos distintos: no se puede raer un árbol que uno no haya sembrado, porque uno no sabe lo que hay en la tierra. Todo lo que uno sabe es lo que se puede ver.

Ella es llamada, y nosotros somos llamados

El COVID-19 nos ha pasado la factura. Nos ha impedido viajar, reunirnos libremente y realizar eventos significativos en nuestras vidas. El COVID-19 es tosco, despiadado e indiscriminado. ¿Quién de nosotros, si tuviera una espada para erradicar ese virus de nuestro mundo, no la tomaría para hacer un intento? Si tan solo pudiéramos hacerlo, entonces la Pascua nos traería de regreso la pompa, y el verano daría la bienvenida a los encuentros y las vacaciones con los familiares y los amigos. ¡Si tan solo pudiéramos erradicar ese virus para que nunca más vuelva a surgir, ni reclame las vidas de nuestros seres queridos, ni ponga en peligro nuestra fuente de ingresos! Una persona tendría todo el derecho de raer todo rastro de su existencia de la faz de la tierra. 

Excepto por Abigaíl. 

Abigaíl, la esposa de Nabal, nos recuerda que, en medio de las situaciones más difíciles, todavía queda algún bien que merece ser salvado. 

En la primavera del 2020, mientras el mundo miraba en la televisión los números y las estadísticas que indicarían cuándo podríamos a ir a la playa o viajar al extranjero, fuimos testigos de una escena alarmante. Los asesinatos de Ahmaud Arbery y de George Floyd fueron la noticia del día, y el mundo entero lo vio. La raíz desagradable de nuestro país había quedado al descubierto. Desde los lugares de aislamiento, el mundo levantó una sola voz —si bien con mascarillas y con voces apagadas—, un grito de resistencia: una resistencia a esta clase de crueldad, a esta clase de injusticia, a esta clase de malos tratos. Nuestros ojos vieron lo que no habríamos visto de no ser por el encerramiento causado por el COVID-19.  

Y muchas iglesias respondieron, mayormente con humildad, reconociendo el valor de las vidas de los negros y la necesidad de cambiar de rumbo. Respondimos con generosidad, patrocinando empresas de propietarios negros, elevando las voces de los negros en nuestras comunidades, y dedicándonos a prestar atención, orar por la paz, y trabajar en pos de la equidad.  

Respondimos, tal como Abigaíl, dando a conocer que nuestro mundo, nuestro país y nuestras comunidades no son todas malas. De hecho, son también el ambiente ideal para la asistencia, la generosidad y la humildad —tres ingredientes que viven al margen de la cobertura de los medios noticiosos y del debate partidista—. Tres ingredientes que reflejan las buenas nuevas del evangelio. Tres ingredientes que solo una pandemia podía recobrar. El COVID-19 pudiera ser tosco, pero el encierro que lo acompañó le dio a la iglesia una voz y un medio para dar a conocer que hay bondad en el mundo, lo cual es la razón por la cual Dios envió a su Hijo para salvar a los que ni siquiera sabían que necesitaban ser salvados.  

Conclusión

Ante la realidad de las cosas toscas y difíciles en este mundo, podríamos vernos tentados a raer el árbol entero y comenzar desde cero. Abigaíl nos recuerda que debajo de lo tosco se esconde a menudo la belleza de la resistencia, la generosidad y la humildad. Abigaíl nos invita a profundizar, a mirar más allá de la superficie, y a hablar valerosamente en maneras que redimen aún a los lugares en nuestro mundo que desconocen que tienen necesidad de la redención.

Desde nuestras terrazas, nuestros balcones y nuestras ventanas, miremos a los árboles y aceptemos el desafío de resistir las fuerzas destructoras empleando la valentía y la gracia de Abigaíl.

Preguntas para considerar

  • ¿Dónde ha descubierto una bendición escondida detrás de la dificultad?
  • Nombre una ocasión en la cual usted se vio desarmado por la generosidad y humildad inesperadas de alguien.
  • ¿Qué le sorprendió en esta sesión de estudio bíblico?
  • ¿Qué oye que el Espíritu le dice a usted, a su familia, a su iglesia y/o a su comunidad?

La Rev. Dra. Denise Kingdom Grier es la Pastora de Movilización y Renovación de la Iglesia Bíblica Mars Hill en Grandville, Michigan. Recientemente terminó un período de 12 años como pastora principal en Maple Avenue Ministries en Holland, Michigan. También es la coordinadora de RCA Global Mission para los Servicios Familiares y de la Infancia de Setshabelo en la provincia de Free State en Sudáfrica. La Rev. Grier se graduó en la Universidad de Shaw en Raleigh, Carolina del Norte, donde obtuvo una licenciatura en psicología. Después de trabajar como trabajadora social durante muchos años, se convirtió en la primera mujer afroamericana en graduarse en el Western Theological Seminary de Holland, Michigan, con un máster en divinidad y un doctorado en ministerio. Es una estudiante de la Palabra desde hace mucho tiempo que aporta una visión dinámica y profética a su predicación, enseñanza y vida pastoral. Vive en Holland, Michigan, con su hija Gezelle, su hijo Chris y su perrito Kgabani.

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