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Agar rezando y las palabras "El Roi, el Dios que me ve"
Ella es Llamada—Mujeres de la Biblia—Serie de Estudio Volumen 2

Agar

La mujer que le puso nombre a Dios

por la Revda. Grace Rohrer

La poderosa historia de Agar en la Biblia pone en relieve cuán complicada y compleja es la obra de Dios en la historia. Como pueblo de fe, creemos que Dios contesta las oraciones y cumple sus promesas. Sin embargo, esta historia nos hará salir de nuestras nociones simplistas con respecto al llamado, las promesas y la fidelidad de Dios. Agar no es solo un personaje secundario en la historia de Abraham y Sara. Tampoco es solo la madre de Ismael. Una mirada a Génesis 16 y 21 revela que la historia de ella es la historia de Israel. Y tiene mucho que enseñarnos sobre la manera en que Dios se aparece en nuestras propias historias.

Oración

Señor, tú te acercaste a Agar en el desierto y oíste el llanto de su hijo. Mientras nos acercamos a ti en este estudio, te pedimos que oigas el llanto de nuestros corazones. Consuélanos y abrázanos con tu amor, para que podamos oír los silbidos apacibles de tu Espíritu Santo en nuestras vidas. Amén.

Escritura clave

Génesis 16; Génesis 21:8-21 

«Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: “¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño. Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación”. En ese momento Dios le abrió a Agar los ojos, y ella vio un pozo de agua. En seguida fue a llenar el odre y le dio de beber al niño» (Génesis 21:17-19).

Introducción a Agar en la Biblia

La historia de Agar es una poderosa historia de éxodo, de dificultades, y de la manera en que Dios se encuentra con nosotros en medio de lo que estamos experimentando. Pero a menudo prestamos más atención a la historia de Abraham y Sara y al cumplimiento de la promesa divina de hacer de Abraham el padre de muchas naciones. En la historia de Abraham y Sara encontramos la fe y la perseverancia de Agar, una mujer que fue obligada a participar en esta historia y que luego fue expulsada al desierto por personas impacientes, celosas e imperfectas. 

Agar nos enseña que Dios se acerca a nosotros, aun cuando vagamos en lugares desiertos, y las circunstancias de la vida y los sistemas de poder nos oprimen y nos rechazan. En este estudio bíblico se nos animará a buscar a Dios en los lugares difíciles, y a tener la certeza de que nosotros también podemos encontrarnos con el Dios que nos ve.

Ahondando en el tema: Agar

Para entender la jornada de Agar, es provechoso examinar la historia de Abraham y Sara. Dios prometió a Abraham que este habría de convertirse en el padre de una gran nación. Pero a medida que se desarrolla la historia del cumplimiento de la promesa, encontramos a muchos otros personajes cuyas vidas intersecan con la de Abraham, y cuyas historias están inextricablemente conectadas a la promesa —ya sea para bien o para mal—. Sus experiencias —al igual que las historias del pueblo de Dios a través de los siglos— eran frecuentemente complicadas y, a veces, hasta deprimentes. 

En las películas de Hollywood, Dios obra milagros en maneras dramáticas y conmovedoras. Pero en la complicada realidad de nuestras vidas, los milagros de Dios conllevan frecuentemente el sufrimiento paciente, la espera y la incertidumbre. Así lo fue para Abraham y Sara; y también lo fue para Agar. 

En esta historia, la promesa de Dios a Abraham se encuentra con la aflicción de Sara y sus ansias de tener un hijo. El deseo y la impaciencia de Sara metieron a Agar en esa historia de la promesa. Las ramificaciones de la decisión de Sara habrían de tener consecuencias duraderas para Agar.

Agar y Sara

Al leer el comienzo del relato, es posible que sintamos pena por Sara. Se vio obligada a viajar por todo el Medio Oriente porque su esposo estaba decidido a obedecer una visión que Dios le había revelado solo a él. Es posible que nos identifiquemos con la angustiosa situación de Sara, la cual aún estaba sin hijos 10 años después de que Dios le prometiera a su esposo que lo haría padre de muchas naciones. 

En los tiempos bíblicos no era poco común que las personas de poder o posición social procurasen tener hijos mediante sus siervos. (Véase, por ejemplo, la historia de las hermanas Raquel y Lea, las cuales estaban en conflicto). Sarah le pide a Abraham que durmiese con su esclava egipcia Agar para así asegurarse de tener un heredero. Una vez que Agar concibe, comienza a mirar con menosprecio (tal vez lógicamente) a su dueña Sarah, la cual llega a arrepentirse de poner en marcha toda esta estrategia. Sarah se queja amargamente ante Abraham, y este —quien parece una ola llevada por el mar impetuoso de los celos de Sara— deja a la pobre Agar en manos de su airada esposa. 

La esclava Agar —encinta y sujeta a la crueldad de Sara— huye al desierto. Huye de la humillación y de una opresión potencialmente mortal. Un ángel del Señor se encuentra con ella en el desierto, y le ordena regresar y sujetarse a Sara. Dios le promete a Agar que también será la madre de una gran nación. En respuesta a esto, Agar se convierte en el único personaje en la Biblia que le pone un hombre a Dios: El Roi,«el Dios que me ve» (Génesis 16:13).

Pasemos a leer Génesis 21. Aquí vemos que, por segunda vez, Agar es desterrada para morir en el desierto; y esta vez tiene a su hijito Ismael. Aunque un ángel la encuentra y la salva nuevamente, en esta ocasión su exilio es permanente.

La historia de Agar es la historia de Israel. Ella es una esclava, así como los hijos de Israel habrían de ser esclavos en Egipto. Sin embargo, en esta historia Agar era una egipcia esclavizada por un capataz israelita. Considere lo que Dios pudiera estar diciéndonos mediante la ironía de voltear esta dinámica del poder. Agar se convierte en una amenaza para su dueña una vez que da a luz un hijo, así como Israel se convirtió en una amenaza para el faraón cuando el pueblo creció numéricamente. Agar padeció maltrato en manos de Sara y Abraham, así como Israel habría de padecer maltrato en manos de sus capataces egipcios. Y así como los israelitas huyeron de su esclavitud en Egipto, así también huyó Agar de la crueldad de su dueña. La historia de Agar es la historia de un éxodo.

Ella es llamada, y nosotros somos llamados

La historia de Agar no es una historia incidental que interrumpe la historia de Abraham y Sara. La historia de Agar es la historia de Israel. Así como Moisés se encontró con Dios más allá del desierto en la gloria de la zarza ardiente, así también Agar se encontró con Dios en el desierto mediante la gloria de un pozo milagroso. Dios le promete a Abraham y a Sara que su hijo habría de ser una gran nación, y Dios le dice a Agar que su hijo Ismael también habría de ser una gran nación. La historia de Agar es una historia de exilio y una historia de encontrarse con Dios en medio del dolor y del abandono. Su experiencia viviendo en tierra ajena fue tanto angustiosa como clarificadora. Agar y su hijo Ismael sobreviven, se adaptan y se encuentran con Dios en un lugar de resistencia dolorosa, así como Israel habría de hacerlo en Babilonia. 

Esta historia nos obliga a deshacernos de las nociones simplistas sobre el llamado de Dios, las promesas de Dios y la fidelidad de Dios. El Dios de Israel obra a través del complejo desorden de la historia humana, mediante las vidas de personas profundamente defectuosas y quebrantadas, las cuales nunca parecen hacer las cosas bien. 

No hay ninguna persona perfecta en todas las historias de la Biblia. Cada personaje en Génesis es tan defectuoso como cada uno de nosotros. Abraham y Sara dudaron del plan y de las promesas de Dios. Agar padeció maltrato sexual, físico y emocional en manos de un hombre y una mujer que debían protegerla a ella y a su hijo. Al mismo tiempo, podemos identificarnos con Sara y sentir pena por ella. Nos compadecemos de Agar. Tal vez incluso sintamos pena por Abraham también. Reconocemos en esta historia extraña a personas que, al igual que nosotros, son profunda e irrevocablemente humanas. Son igual que nosotros. Igual que todos nosotros. 

En la historia de Agar vemos tanto la historia de Israel como la nuestra. Israel y las naciones comparten un destino común como hijos creados, sostenidos, amados y supremamente rescatados por el mismo Dios. El pueblo del pacto es una representación de toda la humanidad. Sea donde fuere que nos encontremos en nuestras propias historias del desierto, Dios está allí con nosotros, sosteniéndonos, amándonos y rescatándonos.

Conclusión

¿Quién de nosotros no ha dudado de las promesas de Dios? ¿Quién de nosotros no ha mirado con desprecio a otra persona? ¿Quién de nosotros no ha sufrido en circunstancias desesperanzadoras? 

Agar —una mujer no israelita, y carente de poder o condición social— es la primera persona en la Escritura en ser visitada por un ángel; y es la única persona en la Escritura en ponerle un nombre a Dios —El Roi,«el Dios que me ve»—. En medio del dolor y las dificultades, Agar recibe la bendición y las promesas de Dios. 

Estas son buenas noticias para aquellos de nosotros que no son perfectos, que andan en lugares desiertos, que lloran por las consecuencias de sus decisiones, y que son víctimas del maltrato o del rechazo. Es entre esas personas —tales como Agar— que encontramos a Jesús, listo para encontrarse con nosotros en el lugar de desesperación cuando todo parece indicar que Dios está ausente o que las promesas de Dios son falsas. Dios se acerca a nosotros en lugares desiertos. Agar, del mismo modo que Abraham y Sara, es un ejemplo de cuya fe podemos aprender. Ella nos enseña dónde podemos encontrar a Dios.

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Preguntas para considerar

  • Piense en un tiempo de su vida que le haya parecido ser «tiempo de desierto». ¿De qué manera se le apareció Dios?
  • Al pensar en la relación entre Abraham, Sara y Agar, ¿cuáles pensamientos y emociones surgen en usted? 
  • ¿Qué le sorprendió en esta sesión de estudio bíblico?
  • ¿Qué oye que el Espíritu le dice a usted, a su familia, a su iglesia y/o a su comunidad?

La Revda. Ming Chen Lo Rohrer (Grace) es pastora de la Taiwanese Presbyterian Church of Northern Jersey, ubicada en Livingston, Nueva Jersey. Posee grados en teología de Taiwan Theological Seminary, Fu Jen University y University of Dubuque Seminary. Es fervorosa en cuanto al ministerio divino de la paz y la reconciliación, y la libertad y el gozo de la simplicidad. La Revda. Rohrer trabaja en la coalición rectora de Transformación y Liderazgo de la Mujer de la RCA y en el comité ejecutivo del Concilio para Ministerios del Pacífico y Asiático-Americanos de la RCA. También es miembra de la junta de síndicos del Seminario Teológico de New Brunswick, ubicado en New Brunswick, Nueva Jersey.

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