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Las palabras "Que Dios nos ayude a no apartar la vista del sufrimiento de los demás", con manchas de sangre a su alrededor para representar la sangre de la Concubina del Levita's
Ella es Llamada—Mujeres de la Biblia—Serie de Estudio Volumen 2

La concubina del levita

Cuando la maldad se hace pasar por la justicia

por la Revda. Dra. Lynn Japinga

La historia de la concubina del levita, narrada en Jueces 19-21, revela lo perniciosa que es la maldad humana. Al estudiar este aterrador texto, se nos invita a no huir, sino a confrontar el quebranto del mundo y la manera en que hiere a tantas personas.

Oración

Dios misterioso, en esta historia de Jueces nos encontramos con la peor de las conductas humanas. Cúbrenos con tu gracia y tu compasión mientras examinamos cosas que preferiríamos no tener que examinar. Danos el valor para enfrentarnos a lo que veamos. Concédenos la sanidad que necesitan nuestras almas heridas. Amén.

Escritura clave

Jueces 19-21

«Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos. Y salió a ellos el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; ya que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad. He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, y no hagáis a este hombre cosa tan infame. Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando aquel hombre a su concubina, la sacó; y entraron a ella, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba. Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día» (Jueces 19:22-26).

Introducción a la historia del levita y su concubina

Un levita y su concubina viajaban desde Belén, y llegan a Guibeá al anochecer. Esperaron en la plaza de la ciudad a que alguien les ofreciera hospitalidad. Un anciano —un forastero que vivía allí— se compadeció de ellos, y los invitó a su casa.

Su noche amena fue interrumpida por golpes en la puerta. Un grupo de hombres de la ciudad le pidieron al dueño de la casa que les sacara al levita para que pudieran violarlo. El anfitrión intentó desviar la atención de los hombres ofreciéndoles, en su lugar, a su hija virgen y a la concubina del levita (Jueces 19:24). Los hombres siguieron exigiéndole que les sacaran al levita, el cual —por último— agarró a su concubina y la echó a la calle, poniéndola en en manos de la multitud. La violaron y la ultrajaron toda la noche; y en la mañana la dejaron ir. Ella gateó hasta la puerta de la casa, y allí se desplomó.1

En la mañana, cuando el levita se aprestaba a salir, su concubina estaba tendida frente a la puerta. Dijo él: «¡Levántate, vámonos!» (Jueces 19:28). Pero no hubo respuesta. ¿Podría estar inconsciente? ¡No, sino que está muerta! El levita se la llevó a la casa, la cortó en 12 pedazos, y envió un pedazo a cada una de las tribus de Israel, en calidad de un llamado a la acción militar contra la tribu de Benjamín.

Ahondando en el tema: Las difíciles interrogantes que plantea Jueces 19

En muchas maneras, esta historia es aterradora y ofensiva. Razones tenía el anfitrión para estar atemorizado. Pero ¿cómo pudo ofrecer su hija tan casualmente a una banda de violadores? Las acciones del levita son aún más preocupantes. No expresó luto ni tristeza. Sus crueles palabras —«¡Levántate, vámonos!»— son algunas de las palabras más impasibles e insensibles que se registran en la Escritura. 

La historia de esta mujer es profundamente triste. Fue «entregada» y «tomada» sin que se tuviera en cuenta sus deseos. No tuvo voz, sino hasta que los trozos de su cadáver pudieron finalmente «hablar» sobre su muerte. Y con todo, los trozos contaron la historia del levita, y no la de ella misma.

Esta historia plantea muchas preguntas difíciles. ¿Por qué los hombres ofrecieron a las mujeres para que las violaran? ¿Por qué era más importante proteger a los hombres que a las mujeres? ¿Por qué era tan insensible el levita? Los intentos de algunos comentaristas por contestar estas preguntas y excusar las acciones de estos hombres pueden ser tan horripilantes como las acciones mismas. 

Los comentaristas han llegado a la conclusión de que cuando los hombres ofrecieron sus mujeres a los violadores, no era una simple cuestión de autoprotección, sino un intento por evitar el pecado de las «relaciones sexuales antinaturales». Se consideraba que era peor que se violara a los hombres porque, en parte, las mujeres tenían menos valor, y también porque en la violación de las mujeres, las relaciones sexuales eran al menos «naturales». Esta perspectiva hace que sus acciones sean comprensibles, aunque no excusables.2

Los comentaristas de antaño —tales como Matthew Henry y Thomas Morgan— argumentaban, basados en una mala traducción de un vocablo en Jueces 19, que la «conducta adulterina» de la concubina excusaba la violación en grupo. El adulterio acarreaba la pena de muerte, y aunque ella se había escapado del castigo en aquel momento, ahora estaba pagando el precio. Este enfoque intenta atenuar el horror de la historia diciendo que la víctima se lo merecía.

Otros comentaristas sostienen que murió a causa de la vergüenza. Josefo, un comentarista judío del siglo I, dijo que ella estaba tan avergonzada de haber sido violada que no podía mirar a su esposo, por lo que decidió morir en vez de pedirle que la aceptara aunque fuese un «producto dañado». Es inquietante ver cuán generalizada y antigua es la idea de que las mujeres deban sentir que es su propia culpa el hecho de que hayan sido violadas.3 El levita la echó a la calle, dejándola en manos de la multitud, pero es ella la que murió a causa de la vergüenza.

Este pasaje no tiene nada de inspirador. No hay ninguna buena noticia en medio del caos y el asesinato. Y con todo, la historia refleja algunas de las cosas que se practican actualmente con respecto a las relaciones internacionales y las guerras. Un acto de terrorismo puede llevar a represalias severas. Las personas y las naciones están nerviosas y reaccionan rápidamente a cualquier amenaza. Se exige la lealtad absoluta, y aquellos que cuestionan la legitimidad de una respuesta violenta son tenidos a menudo por cobardes y poco patrióticos.

Ella es llamada, y nosotros somos llamados

«Dios, ¿por qué hiciste esto?». Los israelitas consultaron a Dios cuando les pareció ser conveniente, pero no hicieron la pregunta correcta. Preguntaron quién debía ser el primero en entrar a la batalla, en vez de preguntar si debían batallar o no. Los israelitas tampoco asumieron la responsabilidad por sus actos, sino que culparon a Dios por la pérdida de los benjamitas. Quizás el aspecto más poderoso y relevante de este pasaje es que expone muy claramente tanto la futilidad de la violencia como las maneras en que las personas intentan excusar sus acciones alegando que estaban haciendo la obra de Dios. 

«¿Mujeres y niños?». En estos capítulos se dio muerte a miles de mujeres y niños inocentes. De manera similar, los inocentes han estado cada vez más expuestos al peligro en las guerras de los últimos 100 años. En la Segunda Guerra Mundial, millones de civiles murieron por el hambre, o murieron en campos de concentración, o murieron cuando sus ciudades fueron bombardeadas. En las recientes guerras civiles de algunos países se ha fomentado la violación y el asesinato de mujeres y de niños como una forma de aterrorizar y deshumanizar. Cuando una nación está dispuesta a infligir o permitir la violencia contra los más débiles, está demostrando una patente indiferencia por la vida humana. 

Eventos similares siguen ocurriendo hoy. Compárese, por ejemplo, el secuestro de las 200 niñas en Nigeria con el secuestro de las muchachas del festival en el libro de Jueces. A menudo es difícil saber cómo responder cuando la violencia sucede en otra parte del mundo. Es posible que una comunidad religiosa no pueda resolver ni prevenir estos problemas en el otro lado del mundo, pero sus miembros pudieran al menos estar informados sobre dichos problemas. Tal vez su respuesta pudiera ser solamente la indignación, la empatía, el lamento y la oración, pero estas acciones son mejores que el silencio y la ignorancia.

Conclusión

Este pasaje es una horrenda historia sobre la maldad humana que se hace pasar por indignación justa e incluso compasión. Habla sobre la dolorosa verdad de los seres humanos que se comportan mal, que procuran la venganza, y que emplean la crueldad para aterrorizar. Tras leer esta historia, una de mis estudiantes escribió que hubiese querido que el pasaje terminara diciendo: «Y esto le causó desagrado al Señor». Ella quería ver que Dios desaprobaba explícitamente las malas conductas descritas aquí. 

Desafortunadamente, el desagrado de Dios no es una cosa explícita. Con todo, el narrador por lo menos dejó en claro que esta clase de violencia ridícula no era la forma en que la comunidad debía vivir. Todos hacían lo que les parecía mejor, pero su visión moral había sido completamente puesta en entredicho. 

Preguntas para considerar

  • ¿Por qué cree usted que esta historia está en la Biblia? Ciertamente no contiene ninguna buena noticia ni manifestación de la gracia. Así que, ¿cuál es su propósito? ¿Acaso es la palabra de Dios en alguna manera? ¿Cómo?
  • Piense en otros ejemplos de violencia contra la mujer, ya sea en la guerra o en otros conflictos culturales. ¿Por qué se trata tan mal a las mujeres? 
  • ¿Cómo ve que se están produciendo ciclos similares de violencia en el mundo actual? ¿Cómo trata la gente de excusar su comportamiento?
  • ¿Qué le sorprendió en esta sesión de estudio bíblico?
  • ¿Qué oye que el Espíritu le dice a usted, a su familia, a su iglesia y/o a su comunidad?

Este capítulo ha sido adaptado del libro de Lynn Japinga From Widows to Warriors: Women’s Stories from the Old Testament (Westminster John Knox: Louisville, Kentucky, 2020). Usado con permiso.

Referencias

[1] Los detalles son similares a un relato en Génesis 19, donde los ángeles visitaron a Lot, el sobrino de Abraham. Los hombres de Sodoma también querían violar a los visitantes, y Lot ofreció a sus dos hijas vírgenes en su lugar. Entonces los ángeles cegaron a los hombres que estaban en la puerta, y todos escaparon. Pero en la versión del relato en Jueces, no había ángeles. Los hombres en la puerta no fueron cegados, y la mujer no se salvó.

[2] Véase Thompson, Writing the Wrongs, pp. 179-221.

[3] En la cuarta temporada de la serie televisiva Downton Abbeyla sirvienta Anna fue salvajemente violada por un sirviente visitante. Anna dijo repetidamente en los episodios que siguieron que se sentía sucia, avergonzada y culpable de lo sucedido.

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La Revda. Dra. Lynn Japinga es profesora de religión en Hope College. Recibió una maestría en teología del Princeton Theological Seminary y un doctorado del Union Theological Seminary. Fue ordenada en 1984, y ha servido en pastorados interinos en Woodcliff Community en North Bergen, Nueva Jersey; First Reformed en Union City, Nueva Jersey; y Hope Church en Holland, Michigan. Es la autora de los libros Feminism and Christianity: An Essential Guide; Loyalty and Loss: The Reformed Church in America, 1945–1994; y Preaching the Women of the Old Testament. También ha escrito dos libros de estudios bíblicos sobre la mujer en el Antiguo y el Nuevo Testamento, publicados en el 2020. Lynn ha servido en numerosos comités denominacionales; y el más reciente de ellos es la Comisión sobre Historia.

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