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"El efecto dominó de la fidelidad": arte de la palabra para representar la fe de Tabitha / Dorcas
Ella es Llamada—Mujeres de la Biblia—Serie de Estudio Volumen 2

Tabita / Dorcas

Discípulo fiel de Jesús

por la anciana Regina Brannock

En la Biblia, Tabita fue una fiel discípula de Jesús. Hechos 9:36-42 dice que Tabita (llamada también Dorcas) se dedicaba a las buenas obras y a la caridad. Así como Tabita, muchos de nosotros nos dedicamos a ayudar a los demás. Pero cuando necesitamos ayuda, ¿quién está ahí para ayudarnos? La historia de Tabita/Dorcas enseña que cuando hacemos lo que Jesús nos enseñó, somos sus discípulos y él oye nuestras oraciones.

Oración

Te damos gracias, Señor, por escucharnos cuando nos dirigimos a ti en oración. Gracias por sanarnos cuando te lo imploramos. Aunque tal vez no sea el momento ni la manera en que lo esperamos, tú lo harás cuando sea el momento oportuno. Gracias por cuidarnos y bendecirnos. En tu precioso nombre oramos. Amén.

Escritura clave

Hechos 9:36-42 

«Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas). Esta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres. Sucedió que en esos días cayó enferma y murió… Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: “Tabita, levántate”. Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó» (Hechos 9:36-37a, 40). 

Introducción a la historia de Tabita/Dorcas

Tabita fue una discípula. Siguió las enseñanzas de Jesús con respecto a cómo tratar a los demás. Hacía vestidos para las viudas y los pobres. Siempre hacía el bien y ayudaba a los necesitados. Luego, repentinamente, Tabita se enfermó y murió. Se envió a dos hombres para rogar a Pedro que viniese a Jope. Se había puesto el cadáver de Tabita en la planta alta, en preparación para la sepultura; y sus amigos y las viudas estaban allí haciendo duelo por su fallecimiento. 

Cuando Pedro llegó, las mujeres estaban llorando, y le enseñaron los vestidos que Tabita les había hecho. Él hizo que todos salieran del cuarto. Acto seguido, se puso sobre sus rodillas y oró. Luego se volvió al cadáver y dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió los ojos, y se incorporó. Pedro mandó llamar a todos los que habían salido del cuarto para que regresaran; y él les presentó a una Tabita viva. Este milagro se dio a conocer en todo Jope, y —como resultado de esto— muchas personas más creyeron en el Señor. 

En esta historia encontramos a una discípula fiel que ayudaba a los demás y que recibía la ayuda de Dios cuando estaba en tiempos de necesidad.

Ahondando en el tema: Tabita/Dorcas en la Biblia

n el libro de Hechos, Lucas presenta a Tabita calificándola de discípula. También dice que ella «se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres» (Hechos 9:36). Al igual que muchas otras mujeres, Tabita ayudaba a los demás. Es posible que fuera viuda y que tuviera muchos recursos financieros. Esto pudiera explicar cómo logró ayudar a tantas personas.. De todas formas, no hay duda de que fuera amada por las personas a quienes ayudaba. 

Pero luego, ella se enfermó y murió. Cuando Pedro llegó a la casa de Tabita, las viudas, los amigos y otros discípulos se habían congregado en la planta alta para llorarla. Las viudas estaban llorando, y le mostraron a Pedro todas las túnicas y demás prendas de vestir que Tabita había hecho para ellas. Es obvio que Tabita era amada en la comunidad, y que había dado de sí misma de una manera consecuente para todos —especialmente para los más pequeñitos entre ellos— con generosidad de espíritu y de sus dones materiales. Ella literalmente vistió a las viudas, cumpliendo en su propia vida —aun antes de su (primera) muerte— las responsabilidades que tanto Moisés como Jesús impusieron a los que querían vivir en un pacto con Dios (cf. Deuteronomio 10:12-18; Mateo 25:35-40). 

Entonces Lucas pasa a describir la escena íntima de Pedro y Tabita empleando el estilo narrativo parco que caracteriza a las narraciones bíblicas. Pedro ora por ella, y entonces le dice dos palabras (en el griego): «Tabita, levántate» (Hechos 9:40). ¡Y ella se levantó! Me pregunto cómo fue este momento para ella. ¿Qué aprendió ella mientras pasaba por el umbral de la vida a la muerte —y de la muerte a la vida nuevamente—? ¿Regresó ella con un mayor sentido de gratitud por el mero hecho de estar viva? 

¿Y cómo fue este momento para Pedro? Tuvo el inmenso privilegio de presentarla viva a sus amigos y colegas. Me lo imagino valorizando el don, dejando que el centro de atención fuese la discípula que acababa de resucitar, y dando alabanzas a Dios. La resurrección de Tabita se dio a conocer en toda Jope, y Lucas nos dice que muchos creyeron en el Señor por causa de la historia de ella. 

La oración de Pedro por Tabita fue instintiva e inspirada. No sabemos qué palabras dijo al orar, pero parece haber puesto en práctica lo que Jesús predicó. Jesús sanó a los enfermos y resucitó a personas de entre los muertos. Pedro había escuchado cuidadosamente las enseñanzas de Jesús; y ya que había visto a Jesús sanar a la gente, Pedro supo cómo orar. 

Cuando oramos, rogamos que Jesús nos oiga. El Señor está siempre escuchando. No importa si oramos en voz alta o en silencio; Dios nos escucha. Tal vez no podamos levantar a nadie de entre los muertos, pero sí podemos orar por aquellos que necesitan sanidad. Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás» (Juan 11:25-26a). Sea que vivamos o que muramos, Dios estará siempre con nosotros. 

Ella es llamada, y nosotros somos llamados

Conocemos a muchas personas que han ayudado a otras. Pero cuando los ayudadores se enferman, ¿quién los ayuda? Cuando el COVID-19 estaba en todas partes, fue difícil poder ayudar a los demás, a menos que fueran nuestros parientes o que vivieran con nosotros. A veces, lo único que podemos hacer es orar por los demás sin poder estar con ellos en el plano físico. Tabita demostró un amor tangible por los demás al saciar las necesidades de ellos con los dones que ella tenía. Les hizo vestidos y los cuidaba. 

Pedro oró por la salud de Tabita, pero oramos por otras cosas también: trabajos, un lugar donde vivir, por alguien para que deje de tomar alcohol o fumar cigarrillos, etc. Todos tenemos que orar por aquello que necesitemos, aun si fuere calma y paz interior en medio de un momento de tensión. Cuando seguimos las enseñanzas de Jesús —ayudar a los demás y tratarlos como queramos que se nos trate—, entonces somos sus discípulos.  

¿Cuántas personas le han pedido la oración por medio de un mensaje de texto o de una llamada telefónica? ¿Cuántas personas vemos en Facebook pidiendo oraciones? Todos necesitan la oración, ya sea por sanidad, ya sea por protección contra el COVID-19, o ya sea por comestibles (en caso de que no puedan ir al mercado por estar en cuarentena). Es posible que no siempre podamos ayudar con cosas materiales, pero sí podemos ayudar con nuestras oraciones (y luego hacerles saber a las personas por quienes hemos orado, a fin de animarlas). 

Y también debemos —y podemos— orar por nosotros mismos, ya sea por sanidad, ya sea por un trabajo, ya sea por alimentos, ya sea por energía, o ya sea por felicidad. No hay nada de malo en orar por nosotros mismos. Dios siempre escucha nuestras oraciones.

Nuestro Señor nos ama a todos. Dios quiere que lo sepamos; y quiere que le digamos a otros que él los ama también. Sea que nos encontremos en los años de niñez, o sea que nos encontremos en los años de adulto, a todos nos hace falta saber que Dios nos ama. Podemos comunicar esa palabra a otros, de manera que puedan sentir el amor del Señor.  

Mientras procuramos amar a otros con el amor de Dios, podríamos vernos tentados a complicar demasiado las cosas. Tabita nos enseña que amamos a los demás cuando usamos nuestros dones para dar gloria a Dios y para servir a los que nos rodean. Tal vez no podamos hacer vestidos (o tal vez sí), pero Dios nos ha dado dones particulares que bendecirán a los demás si nos atrevemos a usarlos en fidelidad a Dios.

Conclusión

En la historia de Tabita vemos los efectos expansivos de una vida vivida en fidelidad a Dios. Pese a que Tabita no desempeña un papel muy grande (por estar enferma o muerta durante la mayor parte de la historia), la manera en que la comunidad lamentó su muerte demuestra el impacto que tuvo su vida en aquellos que la rodeaban. Nosotros también tenemos la responsabilidad de bendecir a otros con los dones que hemos recibido. 

Pedro usó sus dones y su llamamiento al orar y resucitar a una hermana en la fe. Tabita usó sus dones al hacer ropa para las personas a su alrededor. Tal vez no seamos el sastre más conocido, pero Dios nos ha dado —de manera individual— dones que edificarán nuestras comunidades y bendecirán a otras personas.

Preguntas para considerar

  • ¿Cuál de las dos siguientes se le hace más fácil, orar por los demás u orar por usted mismo? En su opinión, ¿a qué se debe esto?
  • ¿Quién ha sido una Tabita en la vida de usted?
  • ¿De qué manera podría estar Dios mandándole a saciar las necesidades de su comunidad?
  • ¿Qué le sorprendió en esta sesión de estudio bíblico?
  • ¿Qué oye que el Espíritu le dice a usted, a su familia, a su iglesia y/o a su comunidad?

Regina Brannock comenzó a asistir a la Apache Reformed Church cuando estaba en el noveno grado. Su iglesia madre, la Cache Creek Presbyterian Mission, había cerrado sus puertas en el año anterior. Regina ha sido miembra del Consejo de Educación de la RCA, ha servido en el Consejo de Ministerios Indígenas Americanos, y ha asistido a la Conferencia Cuatrimestral de Mujeres, al Sínodo General y a las reuniones del Concilio del Sínodo General. Regina se encuentra en el proceso final de convertirse en una pastora comisionada para su iglesia, puesto que ya ha estado en el púlpito muchas veces en años recientes. Regina exhorta a las mujeres a recordar que hay personas observándolas aprender, y que se debe formar a los jóvenes para que ocupen el lugar nuestro cuando estemos listas para descansar, de manera que ellos sepan qué deben hacer para dirigir.

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