En la parábola de la viuda persistente, Jesús enseña a sus discípulos que la justicia tiene su origen en Dios. Aunque existan muchas barreras en el mundo que nos impidan recibir o experimentar la justicia, la obtenemos al pedirla a aquel que trae la justicia a la tierra. Como enseña Jesús en Lucas 18:1-8, se nos llama a ser persistentes en la oración, persistentes en la búsqueda de la justicia, y resilientes en todo lo que hagamos.
Ella es Llamada—Mujeres de la Biblia—Serie de Estudio Volumen 2
La viuda persistente
Cómo la oración cambia las cosas
Por el Dr. Peter Watts
Oración
Señor, de día y de noche venimos ante ti buscando tu rostro; y estamos deseosos de oír tu voz. Escucha, Señor, nuestras oraciones. Amén.
Escritura clave
«Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse» (Lucas 18:1).
Introducción a la parábola de la viuda persistente
Jesús usa esta parábola para enseñarles a sus discípulos a no desanimarse. Les muestra la importancia de la persistencia y la resiliencia. Sabe que la vida conlleva decepciones, pérdidas, injusticia y persecuciones —y son muy buenas razones para desanimarse y perder la esperanza—. Pero una vida en sintonía con la presencia, la justicia y la bondad de Dios es una vida que puede perdurar.
Según la ley mosaica, los jueces debían prestar atención especial a las viudas, mayormente porque dependían de los hombres. Cuando el esposo moría, la viuda quedaba a merced de los parientes y del hijo mayor para el sustento. Sería poco común que una viuda pudiera abogar por sí misma durante este tiempo. Los hombres eran los que hacían ese tipo de trabajo en nombre de sus familias. Como viuda, ella era una de las personas marginadas en su sociedad. La mayoría de las viudas eran objetos de la opresión y del fraude. Sin embargo, su condición de marginada no la detuvo en su búsqueda por la justicia.
Con respecto a la oración persistente, la viuda de esta parábola sirve de modelo para el discipulado. Una y otra vez, comparece ante el juez injusto y presenta su petición, sin darse por vencida. Ella fue resiliente, y fue fiel a sus creencias. Fue persistente en su búsqueda por la justicia.
Ahondando en el tema: La oración resiliente por la justicia en Lucas 18
La mujer en esta parábola es un buen ejemplo de la persistencia requerida de los creyentes en la oración. Es posible que con el sistema judicial algunos de nosotros hayan tenido experiencias parecidas a las de la viuda persistente. Varios eventos recientes han hecho resaltar todavía más las disparidades en experiencias de interacción con el cuerpo policiaco y con el sistema judicial, experiencias que discurren a lo largo de líneas racializadas. Así que, muchos no confían en que el sistema judicial pueda proporcionar la justicia que estamos procurando. Pero, a fin de cuentas, esta parábola nos recuerda que debemos confiar en que Dios habrá de traer su justicia a la tierra.
Esto no significa que no debamos procurar la justicia diligentemente como embajadores de la misericordia y la paz de Dios. Es todo lo contrario. Esta parábola habla de aquellas características de la resiliencia que se desarrollan cuando decidimos no rendirnos nunca, aun ante los obstáculos insuperables que enfrentamos. La resiliencia es la fuerza de carácter para seguir perseverando, aun cuando nos topemos con los desafíos. La resiliencia puede crecer o desarrollarse al igual que un músculo.
La resiliencia se manifiesta individual y colectivamente. Cuando hablamos de la resiliencia y la constancia, hay que recordar que la resiliencia se puede manifestar en el ámbito individual al alentarnos a nosotros mismos. Usted puede hallar dentro de sí mismo las fuerzas que necesita para seguir marchando, aun cuando parezca que tiene todas las probabilidades en su contra. Es por esto que Jesús narra la historia «para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse». La oración cultiva la perseverancia. Y además, en usted mora el Espíritu de Dios, el cual intercede por usted.
También se puede experimentar la resiliencia en la comunidad. Consiste en la idea de que aquellos que están de parte suya y que conozcan su historia pueden venir a apoyarle mediante la oración, mediante las palabras de aliento, y mediante el venir físicamente para ayudarle a atender sus necesidades.
El juez de la parábola no representa a Dios, puesto que el juez es injusto y no le interesa saber qué necesita esta viuda. Jesús dijo esta parábola a sus discípulos para ayudarles a entender que, si este juez injusto por fin atiende la petición de la mujer y le hace justicia, ¿cuánto más un Dios amoroso y justo contestará las peticiones de sus hijos cuando le piden ayuda?
La persistencia de la viuda ilustra nuestra necesidad de orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). La oración nos cambia a nosotros mucho más que a las personas que nos rodean. Profundiza nuestra fe y confianza en Dios, y nos empodera para que tengamos la esperanza de que Dios habrá de actuar. Esa es la razón por la cual Jesús termina su parábola a los discípulos con la pregunta de si el Hijo del hombre hallará o no hallará a algún fiel cuando él venga. Eugene Peterson lo dice de esta manera: «¿… encontrará Él a hombres y mujeres que estén aún orando, que no se hayan rendido, y que no se hayan desanimado?».1
Este pasaje del evangelio no nos desafía a orar solamente, sino también a confiar en Dios. Si la justicia que procuramos no llega de inmediato, ¿tendremos suficiente fe para esperar hasta que ocurra un cambio?
Ella es llamada, y nosotros somos llamados
La viuda persistente es un ejemplo de los oprimidos y los marginados en nuestra sociedad. El juez representa a los poderes terrenales del privilegio que se interponen en el camino de aquellos que buscan la justicia y la equidad. La persistencia y la resiliencia de la viuda ilustran la necesidad de que nos presentemos ante Dios —quien pelea por la justicia en representación de nosotros—, y la necesidad de que procuremos la justicia en los canales terrenales. Tal vez no lleguemos a ver el cuadro completo de una sociedad justa durante nuestra vida, pero podemos seguir orando, buscando, tocando la puerta y pidiendo a Dios que se haga justicia en todas las áreas de nuestras vidas.
Así como el atleta olímpico que se lesiona en una carrera, y se levanta y sigue corriendo hasta llegar a la meta, así también debemos «orar hasta que algo suceda». El que Dios se «retrase» no quiere decir que vaya a denegarle su petición. Aunque no haya recibido lo que necesita, el hecho de que usted se levanta para ver un nuevo día le da una nueva oportunidad para perseverar en su petición. Es posible que no ganemos en cada una de las batallas que libremos en esta vida, pero con Dios a nuestro lado, y por causa de un la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, tendremos la victoria suprema. Esa victoria la disfrutaremos parcialmente en esta vida, pero plenamente en la vida por venir.
Conclusión
La viuda no tenía a nadie que abogara por ella, lo cual la dejó en una situación desesperada. Sin embargo, en vez de rendirse, ella fue incansable en su búsqueda de la justicia. El juez injusto finalmente le concedió lo que pedía porque sabía que ella no dejaría de presentarse ante él hasta que recibiese justicia. La resiliencia se manifiesta tanto en el ser como en el hacer. La resiliencia es mucho más que algo que uno hace; es algo que uno es. Es comprender que nuestras fuerzas vienen del poder del Espíritu de Dios que mora en nosotros. Es el núcleo interno de fortaleza desde el cual proviene nuestra acción en el mundo. Al mismo tiempo, una vez que se aprenda a ser resiliente, uno podrá estar sentado en medio de una tormenta y quedarse quieto.
Preguntas para considerar
- En sus propias palabras, ¿en qué manera es resiliente la viuda? ¿Puede usted identificarse con ella? ¿Por qué, o por qué no?
- ¿Puede usted orar continuamente, aun cuando la respuesta de Dios se retrasa?
- ¿Puede usted pensar en algo que valga lo mismo que toda una vida de fe y oración persistente?
- ¿Qué le sorprendió en esta sesión de estudio bíblico?
- ¿Qué oye que el Espíritu le dice a usted, a su familia, a su iglesia y/o a su comunidad?
Referencias
[1] Eugene Peterson, Tell It Slant: a conversation on the language of Jesus in his stories and prayers (Wm. B. Eerdmans: Grand Rapids, Michigan, 2008), 125.
El Dr. Peter Watts Jr. nació y creció en el sur de Los Ángeles. Peter es actualmente director general y cofundador de la Watts of Power Foundation, donde dirige un programa llamado Teacher Village para contratar y formar a más profesores varones negros, con planes para proporcionarles también vivienda para que puedan vivir de forma asequible en los barrios donde enseñan. Se licenció en Comunicación de Masas en Cal State Dominguez Hills. Obtuvo un máster en Administración y Liderazgo Educativo en la Universidad de Phoenix. También tiene una Maestría y un Doctorado en Teología del Seminario Teológico Fuller. Su carrera ministerial comenzó hace más de 20 años como predicador, profesor y, finalmente, plantador de iglesias. En 2008, él y su esposa plantaron la Iglesia de la Roca en Los Ángeles, donde pastorean y dirigen. El Dr. Watts ha sido bi-vocacional toda su carrera como maestro de escuela pública y director de escuela chárter. Está casado con su esposa, la Dra. Didi Watts, y tiene tres hijos adultos: Jasmin, Avery e Imani. El Dr. Watts también forma parte del consejo de Teach For America, Los Ángeles, y de Innovate Public Schools.
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