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Puntos de contacto de la teología de la discapacidad

Al igual que el amplio espectro de discapacidades que están representadas en la vida cotidiana de hoy, la respuesta de Jesús a las personas con discapacidades fue muy variada, lo que significa que la teología en torno a la discapacidad es matizada y contextual. Sin embargo, a continuación se exponen algunas perspectivas teológicas que abordan cuestiones clave relacionadas con la discapacidad.

Pecado y discapacidad

Aunque muchos desestiman la conexión de la discapacidad con el pecado por considerarla anticuada o imaginaria, las implicaciones de causa y efecto siguen integradas en el culto de la Iglesia de forma sutil. La ceguera, en particular, se utiliza metafóricamente para indicar que se vive en un estado de pecado, o para denotar un estado precristiano, especialmente en los himnos. Piensa en la estrofa de "Amazing Grace": 

"Una vez estuve perdido, pero ahora me he encontrado, estaba ciego pero ahora veo".

En contra de una teología de la culpa, no hay lugar para los que relacionan la discapacidad con el pecado. Los discípulos de Jesús, ante un ciego de nacimiento, supusieron que alguien debía haber pecado para provocar ese estado (Juan 9:2); Jesús rechazó esa premisa. No podemos negar que los efectos del pecado son de gran alcance -evidentes en cada vida y en todas las sociedades humanas-, pero en consonancia con el propio ministerio de Cristo, la iglesia debe decir en voz alta que la discapacidad no es un castigo divino.

Curar, curar y acoger

Durante el ministerio de Jesús, algunos experimentaron curaciones milagrosas: "los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen..." (Mateo 11:5). Sin embargo, estas curaciones no se produjeron en todos los casos, y un énfasis unilateral en la curación tendrá el efecto de marginar y estigmatizar a las personas con discapacidades que no han experimentado una curación.

Al acoger a las personas con discapacidad -a veces consideradas "extrañas" entre nosotros- el motivo de la iglesia no debe ser "arreglar", curar, sanar o hacer que sean como los demás. De hecho, acoger al extraño puede hacer que algunos se sientan incómodos, lo que exige una hospitalidad marcada por una negociación respetuosa que honre las necesidades particulares de la persona sin hacer una exhibición pública.

En lugar de centrarse en un "arreglo" o una cura, las comunidades de fe amorosas fomentarán un tipo diferente de curación: ayudar a los miembros con discapacidades a desarrollar el coraje para lo que la vida trae, el propósito y el significado en medio de la discapacidad, la apertura al cambio, y un sentido de bienestar que viene de una conexión con Dios y entre sí.

Para las iglesias que tratan de involucrar a las personas con discapacidad, es esencial apreciar quiénes son y qué pueden ofrecer. La identidad cristiana -para las personas con y sin discapacidad- no surge de lo que podemos o no podemos hacer, sino de nuestra unión con Cristo y con la iglesia de Cristo.

La providencia, la soberanía y los propósitos redentores de Dios

Los propósitos redentores de Dios tienen la última palabra, como aseguró José, el hijo predilecto de Jacob, a sus hermanos cuando éstos temían la venganza de José por haberle vendido como esclavo (Génesis 50:20).

Ya sea que los cristianos experimenten la discapacidad como una intrusión o como parte de su identidad, a menudo chocan con cuestiones últimas y angustiosas sobre el papel y la responsabilidad de un Dios amoroso y omnipotente. La creencia cristiana ortodoxa insiste en que nada nos sucede fuera de la voluntad de Dios.

Enfatizar los propósitos redentores de Dios nos ayuda a centrarnos en la soberanía de Dios. Cuando nuestras preguntas sobre el "¿por qué?" quedan sin respuesta o no logramos comprender lo que Dios está haciendo, sabemos que la promesa de Dios es sacar algo bueno del dolor, las circunstancias difíciles o las situaciones inimaginables. Esta seguridad no llega a explicar de antemano lo que Dios tiene preparado o por qué permite acontecimientos que no elegiríamos. Tampoco llega a equiparar el propósito redentor de Dios con el decreto o la voluntad de Dios de forma mecánica y determinista.

A algunos les puede resultar útil centrarse en la providencia de Dios, en lugar de detenerse en las preguntas "¿Por qué?". Otros pueden sentirse reconfortados al saber que Dios está con nosotros en medio de nuestras preguntas y dudas. Dios no ama todos nuestros problemas, pero su Espíritu permanece con nosotros para proporcionarnos lo que más necesitamos.

La discapacidad y la resurrección

Las visiones tradicionales de nuestra vida futura en Cristo -cuando nuestros cuerpos resuciten- han ignorado la posibilidad de una discapacidad. Esperamos que las personas con discapacidades sean tan capaces como los demás, sin mostrar ningún rastro de las discapacidades que limitaron su vida en la tierra (Apocalipsis 21).

Sin embargo, teólogo Amos Yong cita varios textos bíblicos que sugieren que nuestra existencia encarnada en la resurrección podría incluir huellas de discapacidad: 

  • Las cicatrices en las manos y el costado del cuerpo resucitado de Jesús (Lucas 24:37-39; Juan 20:19-28).
  • La presencia de personas con deficiencias en la Parábola del Gran Banquete (Lucas 14) y en varios textos proféticos (Jeremías 31:8-9; Miqueas 4:6-7; Sofonías 3:19-20).
  • La descripción del apóstol Pablo sobre la resurrección (1 Corintios 15:42-44) y su "teología de la debilidad" (2 Corintios 4:7-12; 12:7-10).

Al igual que el cuerpo resucitado de Jesús seguía mostrando sus heridas, ¿podrían nuestros cuerpos resucitados seguir llevando las marcas de nuestras discapacidades, no como limitaciones de nuestra existencia ante Dios, sino como las huellas de la gracia divina, los signos de nuestra más profunda unión con el Cristo que compartió nuestros sufrimientos?

Recursos sugeridos:

Todos Pertenecemos, Sirviendo Juntos: es una colaboración de la RCA y CRCNA Disability Concerns, Christian Horizons y Elim Christian Services.

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