¿Qué es la fe?
La fe es algo más que decir que Dios es real y que salvación a través de Jesús es un don gratuito, también implica comprometer nuestra vida con Dios. Es algo que hacemos con nuestras vidas y nuestros corazones, no sólo con nuestras mentes. Tenemos que actuar sobre nuestra fe para que sea real en nuestras vidas.
Por ejemplo, digamos que estás en un muelle junto a un barco. Si te bajas del muelle y te subes a la barca, estás actuando sobre la base de tu fe en que la barca aguantará tu peso y te mantendrá fuera del agua. Si te limitas a decir que crees que el barco te sostendrá, pero no estás dispuesto a subir al barco, eso no es mucha fe.
La fe es aceptar lo que Dios ha hecho por nosotros y recibirlo como un regalo, que no podemos ganar por nosotros mismos. El deseo de hacernos merecedores del amor de Dios es fuerte, pero la verdad es que nunca podremos merecer el amor de Dios. Lo sorprendente es que no necesitamos ganarnos la salvación: basta con creer. Respondemos a lo que Dios ha hecho por nosotros poniendo nuestra fe en acción y viviendo como Dios nos instruye a vivir en la Biblia.
Cuando la vida va bien, es fácil sentir que Dios está de nuestro lado y que está haciendo las cosas en nuestra vida para bien. ¿Pero qué pasa cuando la vida se pone difícil? ¿Y cuando experimentamos dolor y pérdida?
Las vidas de los hombres y mujeres a los que la Biblia atribuye una gran fe (véase Hebreos 11) no siempre estuvieron llenas de alegría. Todos ellos experimentaron dolor, frustración y decepción, pero superaron los tiempos difíciles por la fe. Su fe se basaba en quién creían que era Dios y en lo que creían sobre el carácter y la naturaleza de Dios, más que en su percepción de las cosas buenas o malas que ocurrían en sus vidas.
Porque creemos que Dios es realmente un Dios de amor, tenemos esperanza incluso cuando la vida es dura. Aunque sigamos sintiendo dolor, heridas y pérdidas, podemos aferrarnos a Dios, que nos dará lo que necesitamos para superar los tiempos difíciles.