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Si la Cuaresma fuera un lugar, sería dondequiera que esté la oscuridad.

La Cuaresma sería en el vientre de una mujer negra. Estaría en el monte del Congo. La Cuaresma estaría en los pliegues de nuestras Biblias y en el alma de los más viles. La Cuaresma es un lugar oscuro que incluso los fieles llaman verdadero, crudo y hogareño.

Venimos del polvo, es cierto. No de la arena de las playas de Ciudad del Cabo ni de la arcilla roja de las Carolinas, sino del polvo. La materia que mancha la alfombra, que cubre los rostros de los niños y que sostiene las raíces de los árboles frutales que dan vida a la tierra. Del polvo venimos y al polvo volveremos.

La Cuaresma es el momento de volver al lugar oscuro donde la humanidad comenzó con Dios. Antes de que existiera la luz, estaban Dios y la oscuridad. Sí, las tinieblas rodearon a la Divinidad, ocupando un asiento en primera fila en la creación. Luego ocupó su lugar junto a la luz para formar un día de 24 horas perfectamente medido. Las tinieblas sostuvieron a las estrellas como un bebé y se adormecieron mientras el sol se lucía.

La oscuridad ha sido objetivada, iluminada con gas y convertida en chivo expiatorio en un lugar oscuro donde reside el miedo.

Allí se sentó desde Pentecostés hasta el Adviento y la Epifanía, sola, hasta que aparecí yo un miércoles. No me atreví a sentarme con ella o junto a ella como colega; no, me vi obligado a sentarme en ella, mientras el polvo se desplomaba en su regazo. No me rechazó ni me molestó, pero me acunó. Sí, a mí. Incluso a mí. Nunca podría haberme imaginado: un metro setenta y cinco y 283 libras, rodillas de ceniza, vientre distendido, quemaduras de rizo y una uña rota... yo-acunado en el seno de la oscuridad.

De hecho, todo yo -la piel en la que estoy, la verdad de mi pecado- se refugió allí, en los pliegues oscuros de su cuerpo, a un oído de los labios negros y azules que susurran: "Quédate aquí conmigo hasta el domingo en que la luz venga a redimirnos a los dos".

Fotografía de Denise Kingdom Grier
Rev. Dra. Denise Kingdom

Rev. Dra. Denise Kingdom vive en Holland, Michigan, y es la pastora de movilización de la Iglesia Bíblica Mars Hill en Grandville y Grand Rapids, Michigan. Sirve a la Iglesia Reformada en América como enlace de RCA Global Mission con Setshabelo Family and Child Services en Sudáfrica, donde 30.000 huérfanos están encontrando hogares amorosos dentro de su comunidad. Ha formado parte de la coalición de transformación y liderazgo de las mujeres de la RCA desde su creación y ha ayudado a dar a luz a la hospitalidad basada en la equidad, a desmantelar el racismo y a los estudios She is Called: Mujeres de la Biblia. Su trabajo se puede encontrar en www.1cor13project.com